29/3/15

Litto Nebbia (1969)

Buenas noches amigos. Se está cerrando el mes de Marzo y no quería que fuera sin la debida entrada del blog. Hoy les traigo a un músico fundamental del rock secular: Litto Nebbia. Un personaje que yo admiro
mucho. Un artista que ha construido con dignidad y voluntad un lugar propio dentro del rock vernáculo.
Yo no estoy en el mundo de la música. Pero tengo conocidos que sí. Por eso la interpretación que voy a hacer puede carecer de la solvencia necesaria para ser legitimada. No obstante, como esto lo hago yo, por y para mí (no por egocentrismo sino porque es un lugar de expresión y nada más), voy a compartirla.
La música, como el arte en general, tiene un costado perverso pero necesario: la circulación. Necesario porque la obra se completa en la recepción. Perverso porque esto implica, de acuerdos a las leyes que gobiernan la economía de nuestro mundo, la comercialización. De acuerdo a lo que es más fácil de comercializar se establecen los estándares de producción. Es decir, lo que más se consume, es lo que más se produce. Hay otro factor que entra en juego y que es importante señalar: si el producto a producir implica menor costo (entiendo en la música como costo el esfuerzo que implica componer[1]), tanto mejor. Yo creo que la industria de la música ha sabido conjugar estos factores muy bien porque se dedica a producir productos simples que vende a granel. No descalifico a las personas que escuchan música. No todo el mundo es melómano. Pero yo creo que la industria musical, de la mano con la industria mediática; establece – mediante la repetición y saturación – lo que se escucha. Y por supuesto, difunden productos simples, sencillos, que pueden ser reproducidos y asimilados rápido. Todo esto no sería tan tremendo si no existieran artistas que, de modo servil, acomodan su propuesta a los parámetros y modos que la industria impone para acceder a un lugar de poder. Hablando mal y pronto, sería para “pegarla”.   
Con todo, hay otros, sin duda iluminados o, cuando menos, gente talentosa y voluntariosa (el talento no alcanza) que accede al mercado. Son tipos que, en general, aparecen con una propuesta que renueva el panorama musical secular.  Un caso así, entiendo yo, es Litto Nebbia. No obstante, muchos de esos innovadores suelen ser fagositados más temprano que tarde, por el mercado que los transformas en ciervos al servicio de su interés. Cómo. Propiciándoles inverosímiles dividendos en tanto y en cuanto generen un producto consumible. Claro, si intentan cambiar, todo bien, pero si los números no acompañan, olvidate. Es el ostracismo el que te darán. Casos así, entiendo yo, son los de la mayoría de bandas de la escena comercial. Que les pase esto es lógico porque muchos de estos artistas son talentosos pero no geniales. Eso le pasa a unos pocos[2]. Otros, en cambio, logran instalarse y mantenerse. Este es el caso de Nebbia. Aunque él no se condice con ningún otro músico de la escena nacional porque ha demostrado, a lo largo de una impresionante trayectoria de más de 40 años, que es un artista polifacético y sensible capaz de interpretar y reformular cualquier género. Además lo hace desde las sombras, al margen absoluto del mercado convencional, grabando en su estudio como quiere y a quien quiere (porque es ese otro inmenso mérito: producir infinidad de bandas, de todos los géneros, de cualquier palo) nos encontramos con un caso único dentro de la escena nacional.
Luego, Litto Nebbia es un músico que no fue fagositado por el mercado de la música, sino que se valió de él para construir una carrera sólida y digna caracterizada por lo que muchos artistas pregonan y ninguno tiene: la libertad. Entonces, uno, no puede más que admirarlo y respetarlo.
Con todo, y para terminar de justificar mi admiración por este señor, les cuento que él y su amable e inteligente esposa, me han escrito y me han felicitado por el blog. Y yo, por supuesto, no pude más que flashear y decir: ¡Qué gente más copada, tomarse el tiempo para decirle a un anónimo: dale, vas bien! La verdad que es admirable. Son admirables. Y, para finalizar y porque para muestra vale un disco, les dejo esta impresionante obra de fines de los sesentas: Litto Nebbia.

[1] No me quiero ir al carajo, pero estoy seguro que componer es un ejercicio de voluntad. No existe tales como la inspiración divina y repentina que nos “toma” de repente Si querés crear, tenés que sentar el culo y pensar.
[2] No te deprimás si no tenés talento, no es tu culpa. Es puro puto azar. A mí tampoco me tocó.