23/4/11

The Bubbles - Raw and unreleased

Buenas tardes hermanos, hoy vuelvo, después de luengo tiempo dirán; a traerles otra perla, otra joya sacada de esa inacabable caja de pandora que es el garaje latino. Hoy vengo con un discazo de los brasileros. Hace rato que les vengo proponiendo música brasilera y portuguesa. Espero que les guste porque tengo un montón más que pienso subir e imponer aquí. En mi lugar. Y vuestro también. Pero más mío que tuyo, por supuesto: el que se pasa el rato frente al teclado soy yo no vos. Por eso me doy el gusta y soberbia de hacer y decir lo que dicten mis aires. Entonces, hay más rock en portugués. De hecho y para ser factual, lo próximo que voy a subir es un disco de sicodelia brasilera que mandó un buen amigo brasuca – que me olvide de responderte y agradecerte – pero antes le tengo que hacer unas tapas.

Volviendo. Les contaba que hoy traigo un gran disco, como ya habrán visto en la portada, que salió no hace tanto. No sé bien cuándo, asique no les voy a mentir. En todo caso, si la duda los carcome, hagan favor a la curiosidad e investiguen. Consejo de amigo. Bueno, hablaba de que este disco salió hace poco. Y es una recopilación de los primeros simples, tomas alternativas y rarezas de The Bubbles. El álbum comprende el período 66 – 71. En realidad, y para no faltar a la verdad, los últimos dos temas, del 71, son los que grabaron ya no como The Bubbles sino como A Bolha. Ya en un plan más psicodélico. Seguro ya saben que A Bolha es un clásico dentro del rock brasilero. De todos modos, y tal vez porque soy un troglodita de corazón, a mí me gusta más lo anterior. El lapso 66 – 69. Porque son muy garageros y salvajes. Con todo, me parece genial Get out of my land y The space flying horse and me, porque son un registro y testimonio de la transición del grupo desde el garaje – beat a la sicodelia y el ácido. Todo un documento este álbum muchachos.

Además, y como si fuera poco, tiene una calidad sonora y una edición impecable. Muy bueno. Acá se los dejo a ver qué les parece: The Bubbles!!!

7/4/11

Agua Turbia - Vol II (1970)

Mi mamá se suicidó cuando yo era chico. Por eso, tengo pocos recuerdos de ella. Casi todo lo sé por mi papá y sus anécdotas. Ella murió cuando yo tenía cuatro años, apenas son flashes que retengo su presencia, imágenes desencajadas que mi papá contextualizó. Pero sólo sabe desde cuando yo nací. Siempre le pregunté – y aún hoy - cómo fue posible que tuvieran tan poca comunicación con mamá. Fue por eso que decidí investigar un poco más atrás. El ámbito familiar es el lugar propicio para empezar – supondrán ustedes – pero mi caso es diferente. Mi historia es otra porque sólo cuento familia, a la paterna. Por parte de mamá no los conozco. Entonces, ante la imposibilidad de las personas, pensé, lo más lógico, era revisar el ático: depósito de todo lo que merodea por casa. Papá guarda todo ahí arriba. Lo cotidiano y el pasado. De ese modo se mezclan cartas, fotos y demases con tuercas, tornillos, clavos y herramientas. Todo en cajas. Sepultado. Papá establece así, el caos desde el orden. Siempre se lo digo. Pero no le importa. Y está bien. Les decía que el ático parecía propicio para encontrar pistas. Subí. Y revolví las cajas, sorteando destornilladores y chinches. Para poder organizar la investigación apilé en categorías. Cuando hube terminado empecé a revisar las fotos. Había de la luna de miel y del casamiento. Que sólo fue por registro civil. Después había de la cena de casamiento. Y no mucho más. Sólo fotos sueltas, de momentos diferentes, que no guardaban relación. Dejé de lado, entonces, las imágenes y me puse a revisar los discos, no esperaba encontrar mucho en ellos, pero menos indicios pretendía de los libros. Y así fue que tropecé con el álbum de Agua Turbia. No hubiera reparado en él, si no fuese porque la mujer que aparecía en la tapa era mi mamá. Sí, yo tampoco lo pude creer al principio. Por eso, comparé las fotos del casamiento con la tapa del álbum. Era ella, no había duda. Noté, en el análisis detenido, que sus rasgos delataban estados de ánimo distintos: En la portada del disco aparece la mirada ajena, distraída. El rictus estático. Gomoso, tal vez. No acierto a descubrir los adjetivos. En las fotos del casamiento la mirada es atenta, cálida. El rictus risueño. En ambos momentos está feliz. No encontré mayores datos sobre Agua Turbia entre las cosas del ático. Bajé a la computadora y me puse a investigar por la web. Más increíble que lo anterior, fue descubrir que Agua Turbia era leyenda acá al lado, en Chile. Una de las bandas más importantes de la historia del rock. Porque habían abierto la sicodelia y el ácido al setenta. Descargué un libro sobre la historia del rock chileno y supe que grabaron en el 69, eran cuatro integrantes. Mamá cantaba. Los rastros de Agua Turbia se pierden a partir de los primeros años de la década del setenta. Sin embargo, la impronta del grupo fue indeleble para los chilenos.

Luego me dispuse a confrontar la información que tenía. Los supuestos fueron que primero, mamá tocaba en Chile antes de conocerlo a papá, luego vino a Mendoza, no sé por qué; y se casó. La otra podría haber sido que papá la hubiera conocido, cuando ya el grupo no estaba; y se hubieran venido para acá. Pero nada podía afirmar. Debía preguntar a él. Compré unas tortitas y lo aguardé con el mate. Cuando llegó, nos sentamos y conversamos. Le mostré lo que había encontrado. Le conté de Agua Turbia y del rock chileno. Papá nada sabía de la época sicodélica de mamá. La conoció en el 78, cuando cruzó a Chile porque lo perseguía la dictadura. Me dijo que ella nunca le habló de Agua Turbia. Recordó, con todo, que mamá, el poco tiempo que vivieron en Chile; solía juntarse los fines de semana con tres amigos a tocar. Pero ella nunca mostró mayores reparos en ello. Reflexionando, papá agregó que su esencia misma era la música, le era tan propia que no se reafirmaba a sí misma en el relato de su vida musical. Por eso nunca le había contado nada a él, no porque, como yo le recriminaba; él no se comunicara con mamá. Luego salimos al patio y escuchamos Agua Turbia, mientras el sol caía y tomábamos mates.

4/4/11

Los Locos del Ritmo - Pólvora (1961)

Buenas noches mis cófrades. Hoy traigo un clásico bajo el brazo: el siempre vigente y por demás solvente segundo disco de Los Locos del Ritmo, Pólvora. Seguro que ya lo han escuchado, bajado y reproducido mil y una veces. Pero a Wirtis eso no le importa. Porque Pólvora tiene que estar en Garagelatino. A fuerza de ser uno de los mejores discos de la tradición rockera mejicana y, en consecuencia, uno de los discos más importantes del rock latino. Digo esto porque considero que la música se construyó y se construye en forma de diáspora viajera que influenciándose de un lado a otro del mundo se reproduce y reinventa constantemente. En unión y constante búsqueda artística. No a las patadas y en rencores como quieren que creamos.

Fíjense que a mí siempre me ha llamado poderosamente la atención el hecho de que nosotros, los fanáticos – no digo ya los melómanos revisionistas como son ustedes y, en cierta medida yo; que investigamos ávidos de praxis y constatación personal, en franca oposición a la historia oficial que nos quiere convencer – siempre fabulamos y reproducimos litigios falaces entre las bandas suponiéndonos conocedores de una verdad carente de toda confirmación real. Por ejemplo, y para nombrar algo de todos conocidos: la histórica oposición entre The Beatles y The Rolling Stones. Somos tan estúpidos también, que llevamos tales discrepancias al plano personal. Así cagamos a trompadas a un fanático de la banda en supuesta oposición a la que nos gusta. Porque sí. Porque sos un mal cogido que no la entiende, que sigue a esos maracas que hacen música trola. De ese modo vemos a los fanáticos de Pappo cagando a trompadas a los seguidores de Morphine - ¿Cómo no van a usar guitarra, wey? – al grito pelado de Fito se la come, Pappo se la da. Entonces, los que son de masa gris y de las tribunas quieren volver; se declaran en rebeldía y deciden comprobar por sí mismos si Pappo odia tanto a Morphine o a Fito. Investigan. En la web, en los libros y revistas del Rock. Revisan buscando el hecho que pueda fundamentar el pleito que los fanáticos aducen. Y por lo general, no siempre; descubren que el tal problema es solo un chiste, una chanza que se jugaron o usaron para vender unos discos y nada más. De ahí no pasa. Porque ellos, los músicos, son amigotes y ni problema tienen el uno con el otro.

Descubrir algo así nos puede significar analizar cuidadosamente nuestra postura y rever nuestros odios. Así como también prestarle oído al músico o banda que tanto odiábamos. Porque, después de todo, si mi músico favorito es amigo, el otro no debe ser tan malo, tan ortiva y gay como suponemos. No obstante, y en plan de absoluta sinceridad, así como algunas señoronas departen su tiempo entre la casa y las vicisitudes de personajes farandúlicos, nosotros, los freaks de la música y el arte, dedicamos luengas horas a conocer los pormenores de los artistas. Por eso no considero mal el cholulaje: todos somos voyeurs de nuestros ídolos. Pero sí es muy mal que caigamos en la tonta trampa de los que nos hacen creer pavadas como las que antes señalé y que, como si borregos fuéramos, odiemos a otro por el mero hecho de que gusta de otra cosa. No, no. Así no. Tenemos que escuchar, abrir la cabeza y dejar que nuestros sentidos descubran la diversidad. Sin embargo, hoy les traje un clásico, tanto discurso como si fuera a presentar una excentricidad y sólo es Pólvora de Los Locos del Ritmo. Pero bueno, no es sólo, no, sino un gran disco, que lejos de perder vigencia recarga pilas de R`n`R en cada nueva escucha. Además es el último que grabaron con el gran Toño de La villa. Salud entonces, y que les aproveche: Los Locos del Ritmo!!!!