17/1/19

Bingo Reyna - Increíble (1966)


Hola amiges del garage. Mucho tiempo ha pasado desde que el buen Wirtis hizo el precedente post. Tantas son las vicisitudes, tanto el tiempo que tiene la vida real, objetiva y material de ahí afuera que
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nada de tiempo tengo para dedicar al blog. Así garagelatino ha pasado el año casi invernando, aunque el precedente post es de julio. Para colmo, así como si la falta de práctica y hábito no incidiera en la escritura, así como si de la nada las palabras me cayeran en la cabeza, me posesionaran y yo pudiera decir un montón de cosas a gente que no conozco, que no sé quién, ni de dónde ni cómo se paran en las constantes aporías éticas de la vida; había empezado a escribir la entrada con una hermosa parrafada poética, llena de imágenes que hablaban de mi cotidianeidad, esa donde Miguel Wirtis se queda lejos, agazapado y a veces temo que olvidado. Y es que esa materialidad que es Pablo Doti, parece haber decidido vivir la vida objetiva. El tipo se ha casado, tenido hijos y parece, conseguido trabajo. Como corresponde a un engranaje de la cadena media de este sistema tan aceitado que es el capitalismo. De a poco te atrapa, erguís una infraestructura, tan callando se aparece todo, y un día te descubrís comprometido, con obligaciones y responsabilidades que te reclaman desde afuera. Entonces te vas alejando de los lugares de placer porque la obligación, también invasiva y abusiva si no te avivás; es un modo de vida. Es más, me arriesgo a decir: es el modo de vida que el Capitalismo implanta en nosotros. Mientras más rendís, más obtenés. Sistemas de “incentivo”, le dicen. Tanto te llueven las propagandas, en las redes, en los medios y en las calles. Desde chicos te van a enseñar que la felicidad radica en tener. Y si no, no pertenecés. Y si no pertenecés, sos un marginado. Y los marginados son todos “negros de mierda”, “planeros” o “piqueteros”. El Capitalismo desde temprano, mediante sus medios, enseña a odiar al pobre. Aporofobia se llama. Y es la causa de tanto odio enceguecido. Y no la miro desde la soberbia de la izquierda, a esta cuestión, no. La miro sabiendo que el Capitalismo, con sus múltiples maneras de someternos, es el sistema en el que estoy inmerso, en el que debo sobrevivir y sostener esa infraestructura de la que les hablaba más arriba; por
eso empujo para hacerme un espacio estable. Y sé que eso puede concluir en una posición conservadora en el futuro, no me engaño. Pero nada me importa ahora que esa infraestructura son cuatro persones. Ni siquiera este, mi querido blog que ya tan pocos momentos le puedo dedicar. Ni tampoco los proyectos de escritura o los delirios del bajo.
Con todo amigues, sigo escuchando música y, cuando puedo – porque quiero creer que no voy a dejar que me degluta del todo, este puto sistema – clavo alguna entrada o digito un ratito. Y es así que por acá ando esta vez, con un disco hermoso de Bingo Reyna. En especial me gusta la versión potente de Night Train. Bueno cuates, no sé cuándo volveré pero lo voy a hacer, como siempre. Los dejo.

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