Esta tarde conocí el Penal de Boulogne Sourmer. Fui
porque me invitó Lucio Albirosa a conocer el proyecto Literatura en Alas.
Algo había escuchado yo por la boca del poeta Facundo
López. Claro, como es hombre de pensamiento aislado y más bien soñador; no
terminaba de entenderlo. No obstante las mieles del éxito trocaron mi destino
deshollinador y accedí a coordinar en La Feria del Libro de
Mendoza. Buena
vibra, pensé: voy a difundir todo los que me parezca. Y el parámetro para que a
mí me parezca es saber que alguien hace algo.
Recordé, entonces, a Lucio Albirosa y su labor en el
Penal. Me comuniqué con el tipo y encontré una persona afable, de fácil acceso
y dispuesta a la palabra. Sin mediar le propuse la idea de participar dentro
del marco de la feria del libro de Mendoza. No se me ocurría cómo o con qué. Solo
tenía claro que quería difundir lo que pasa allá adentro. No obstante, desde el
penal se cráneo y se gestionó la edición de una revista con los trabajos de los
chicos.
Fue ese el comienzo de una experiencia - que todavía
estoy caminando, y pienso registrar – de aprendizaje y descubrimiento. Al igual
que muchos la idea que tengo sobre un Penal y los reclusos es diferente a lo
que encontré. La invitación de visitar el penal me gustó en sobremanera. Porque
los escritores más ilustres de la provincia han pasado por ahí. Porque es un
lugar de creatividad desinteresada, justificada en el fin único del arte: hacer
para subvertir. No obstante mi situación no me era del todo cómoda porque asistía
como “político”. Palabra ardua y demasiado cargada.
Y fue entrar y saludar a cada uno de los chicos del
taller. Fue entrar y percibir un ambiente expectante pero dispuesto a compartir
y enseñar lo que hace. Fue entrar y descubrir a un puñado de pibes que
gambetean el tedio y la mufa – que entendí, y cómo lo entendí, solo viene de
afuera, de los extramuros- hilvanado versos, construyendo textos. Qué prodigio
conocer gente así. Aferrados a la vida. Tal vez sea la sensación de pérdida,
tal vez sea la monotonía poblada del pabellón o el certero rencor de la sociedad;
no lo sé ni me interesa.
Con todo, no es intención de esta crónica hacer una
semblanza moral y pacata de lo “beneficioso” que Literatura en Alas es para los
chicos presos en Boulogne Sour Mer. No. Lo mejor fue que encontré calidad
literaria de verdad ahí dentro. Escuché versos de tipos sensibles de reinventar
esta realidad hostil y policía.
Artistas que me hicieron crepitar.
Ese es el concepto que me gustaría dejar del rumbear por
el Penal. Pero no me voy a ir sin decirles que el 18 de Octubre van a estar a
las 16 presentando la revista de Literatura en Alas. Y para hacer el chivo más
apetitoso les dejo este disco a modo de homenaje: Los Fugitivos, de 1969.
Porque es punk y lleno de vida. Saludos.