Anoche fui a un
acto militante. Sí amigos. Porque acá en mi país, la próxima semana elegimos
presidente.
Está muy clara la cosa: son dos modelos opuestos. Yo voto el
proyecto nacional y popular. Obvio papá, garagelatino es del pueblo. El otro
proyecto amenaza funesto pero también probable ganador. Así, la militancia de
las bases ha emprendido una valiente gesta de apoyo al candidato popular Daniel
Scioli.
Dentro de este
marco fue que concurrí al festival Amor Sí. Fui con mi bróder Pablo Doti. El
leyó un poema en el escenario. Copado porque pude andar por el backstage del
festival. Buena onda. Buena gente. La cuestión es que más pronto que tarde me
aburrí de andar con mi cuate Doti porque él se la pasó pavoneándose con otros
poetas. Así fue que decidí caminar los alrededores del festival. Había un
montón de gente. Gente linda, militante. Al poco de salir vi frente al
escenario una morocha que partía la tierra. Hacía tiempo que una mujer no me
quebraba tanto los sentidos. La relojeé un rato. Y me quiero excusar, no soy un
tipo de andar mirando todos los culos y todas las tetas. Digo, no soy un pajero
empedernido. Pero si una chica me llama la atención, por cualquier
característica que tenga, yo me entrego entero al deleite de mirotear. Y así,
haciéndome el choto la scaneo cuanto puedo.
Esta morocha era
una cosa de no creer. Confieso que las morochas son mi debilidad. Cualquier
chica de tez bruñida tiene las de ganar conmigo. Sí, ya sé, me fui a la mierda
develando esta intimidad. Disculpen hermanos, pero necesito expurgar el
comienzo de esta historia porque fue peronista. La morocha me volteó de solo mirarla
de atrás. Iba a avanzar pero cavilé: Con alguien, seguro, debía estar. Y así
fue. Por suerte sus amigos eran pareja. Se dedicaban bastante tiempo el uno al
otro y la morocha, tan linda, se quedaba un poco ahíal costado. Esta es la mía,
Miguel, pensé. Me acerqué, chamuyé un ratito del espectro político si este
proyecto no continúa, la morocha opinó con reflexión y mirada personal. Qué
linda chica, pensé yo. Sé que ayudó
mucho el graffiti de la Cristina que me grafiteé en mi remera naranja lo que me
permitió empezar a chamuyar. La invité a comer un chori con un vaso de vino. La
noche se me fue agitada y rápida. Cuando empezamos a tomar vino nos trenzamos
de las manos a y al poco de las bocas.
Libre y
desprejuiciada, como son las chicas que no temen experimentar ni conocer, la
morocha me hizo el amor como hacía tanto tiempo no lo sentía.
Ahora mismo,
mientras escribo esta entrada ella está a mi lado, entangada con una bombacha
del FPLV. Creo que estoy enamorado amigos. Eso les quería contar. Les dejo el
disco genial que una vez, tiempo atrás, me compartió el gran Gustavo Zamora.
Disco de mucha guitarra, instrumental con aire surf y western épico. Como el
que estamos viviendo en estas jornadas de elecciones por acá en Argentina.
Igual la morocha y yo, no tenemos miedo.
Esperamos juntos. Dispuestos a darle una oportunidad al amor. Tomen: Simón + 4.
Por otro lado amigos, se me han juntado un montón de comentarios. Perdón si no he respondido. Respecto a llink del disco anterior, es verdad, me lo olvidé. El problema es que ese compilado, que hice por purascuestiones didácticas como les conté; lo borré sin subirlo a la red. Disculpas. Quedará como un nombre sin alma en este inmenso compendio de garage punk que es garagelatino. Saludos!