Hola amiges del garage. Mucho
tiempo ha pasado desde que el buen Wirtis hizo el precedente post. Tantas son
las vicisitudes, tanto el tiempo que tiene la vida real, objetiva y material de
ahí afuera que
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nada de tiempo tengo para dedicar al blog. Así garagelatino ha
pasado el año casi invernando, aunque el precedente post es de julio. Para
colmo, así como si la falta de práctica y hábito no incidiera en la escritura,
así como si de la nada las palabras me cayeran en la cabeza, me posesionaran y
yo pudiera decir un montón de cosas a gente que no conozco, que no sé quién, ni
de dónde ni cómo se paran en las constantes aporías éticas de la vida; había
empezado a escribir la entrada con una hermosa parrafada poética, llena de
imágenes que hablaban de mi cotidianeidad, esa donde Miguel Wirtis se queda
lejos, agazapado y a veces temo que olvidado. Y es que esa materialidad que es
Pablo Doti, parece haber decidido vivir la vida objetiva. El tipo se ha casado,
tenido hijos y parece, conseguido trabajo. Como corresponde a un engranaje de
la cadena media de este sistema tan aceitado que es el capitalismo. De a poco
te atrapa, erguís una infraestructura, tan callando se aparece todo, y un día
te descubrís comprometido, con obligaciones y responsabilidades que te reclaman
desde afuera. Entonces te vas alejando de los lugares de placer porque la
obligación, también invasiva y abusiva si no te avivás; es un modo de vida. Es
más, me arriesgo a decir: es el modo de vida que el Capitalismo implanta en
nosotros. Mientras más rendís, más obtenés. Sistemas de “incentivo”, le dicen. Tanto
te llueven las propagandas, en las redes, en los medios y en las calles. Desde
chicos te van a enseñar que la felicidad radica en tener. Y si no, no
pertenecés. Y si no pertenecés, sos un marginado. Y los marginados son todos “negros
de mierda”, “planeros” o “piqueteros”. El Capitalismo desde temprano, mediante
sus medios, enseña a odiar al pobre. Aporofobia se llama. Y es la causa de
tanto odio enceguecido. Y no la miro desde la soberbia de la izquierda, a esta
cuestión, no. La miro sabiendo que el Capitalismo, con sus múltiples maneras de
someternos, es el sistema en el que estoy inmerso, en el que debo sobrevivir y
sostener esa infraestructura de la que les hablaba más arriba; por
eso empujo
para hacerme un espacio estable. Y sé que eso puede concluir en una posición
conservadora en el futuro, no me engaño. Pero nada me importa ahora que esa
infraestructura son cuatro persones. Ni siquiera este, mi querido blog que ya
tan pocos momentos le puedo dedicar. Ni tampoco los proyectos de escritura o los
delirios del bajo.
Con todo amigues, sigo escuchando
música y, cuando puedo – porque quiero creer que no voy a dejar que me degluta
del todo, este puto sistema – clavo alguna entrada o digito un ratito. Y es así
que por acá ando esta vez, con un disco hermoso de
Bingo Reyna. En especial me
gusta la versión potente de
Night Train.
Bueno cuates, no sé cuándo volveré pero lo voy a hacer, como siempre. Los dejo.