Buenas noches.
Otro año comienza
ya y yo todavía me mantengo porfiando en esto de hacer blogs. Ya van siete años.
Más
que una carrera universitaria. Más que la educación primaria.
Me gusta pensar
que soy un hombre obstinado en sus propósitos.
Este post es el
primero del año. Por eso decidí traerles un compilado. No voy a edificar la
consabida perorata de “lo especial” del disco. Solo es uno más de los miles de
compilados que solía construir en la soledad de mi casa. Ahora ya no es como
antes, el sonido se ha adueñado de la casa, el sonido de otra vida fruto de la
nuestra. La vida late intensa en estos lares. Aunque afuera ya no haya sol, yo
sigo iluminado por el amor.
Con todo, en
aquellos días de soledad y despojo, dedicaba muchas tardes a compilar. Cuando
me asalta el silencio narrativo busco dispersar la atención. Sé que no es el
modo en que debería trabajar. Más bien debería ceñir la cabeza hasta poder
apretar un pensamiento. Hay válvulas que actúan siempre haciéndome escollar. Tardíamente,
entendí que construir compilados era una de esas válvulas.
Y digo
tardíamente porque ya estaba mi niño inundando de amor la casa cuando cavilé
esto. Y claro, los tiempos para la diversidad creativa se ciñen más. Pero eso
no significa que no se pueda, guarda. No quiero hacer de esto un alegato contra
los nacidos, al contrario. Son un combustible mucho más poderoso que cualquier
otra cosa. Decía que ya no pude hacer más compilados porque ahora, el tiempo
libre lo invierto de forma más productiva.
Pronto no quedará
ninguno más que compartir. Pronto, tal vez, acalle mi voz y Wirtis vuelva a ser
nadie.
Pero todavía me
quedan un par de cartas más.
Como, por
ejemplo, este compilado.
Le hice una
tapita de ciencia ficción. Espero les guste.
El ambiente del
disco es melancólico, de tempos cabalgantes. También es una antología
plurilingüística: las bandas son de variopintos lugares.
Acá lo tienen. Saludos.